Pedro: Por fin sacas a la palestra una película de Eastwood. Es que es Dios.
Dios (distraído, ojeando el blog El Cine Imperfecto): No, Dios soy yo. Eastwood es mortal.
Pedro (excitadísimo): ¡Pero su obra es inmortal!
Dios: …
Ante el
revelador silencio de Dios, me veo en la obligación de tomar la palabra. Su testigo. Bien, hablemos de Clint Eastwood. Del director-actor, maestro del séptimo arte y pintor de auténticos Guernikas technicolores. CLINT EASTWOOD. En mayúsculas, porque lo merece. ¿Qué se puede decir de él? 80 años bien llevados, una vida fructífera (8 hijos, innumerables películas) y suficientes Óscars como para
hacernos caer de rodillas y reverenciarle in secula seculorum. Amen.
Dios: Ejem, ejem.
Ehmmm, sí, es verdad, ni de coña vamos a loar a
el bueno. Sobretodo porque nos ha vendido al menos dos veces
el mismo producto. Ya sabéis de qué hablo: de
Gran Torino y
Million Dollar Baby.
Gran Torino: encontramos a un
anciano amargado, un tipo duro ex militar de la Guerra de Corea.
Million Dollar Baby: el mismo viejo triste, decepcionado de la vida, entrenador de boxeo.
Gran Torino: el anciano se cruza con alguien con una vida aún más deshecha que la suya, un niño amarillo al que los chicos del barrio maltratan.
Million Dollar Baby: el entrenador ayuda aquí a
la versión femenina del vietnamita: una joven con una familia que no le quiere, con un empleo de mierda, a quien la sociedad obvia.
¿Lo vais pillando?
Gran Torino: el viejo, con su disciplina y su sabiduría de chamán sioux, ayuda al joven y lo apadrina mediante un gesto muy paternal: le regala su primer coche, el
Ford Gran Torino.
Million Dollar Baby: bis, pero aquí el gesto paternal se traduce en darle a la mujer un nombre de guerra, aunque muy azucarado. El apodo cariñoso que pondría un pelirrojo irlandés a su niña
mecida al son de las bombas del I.R.A:
Mo Cuishle (en gaélico, 'Mi amor, mi sangre').
Gran Torino: el anciano
desea y provoca su muerte (¡gracias por spoilear, Aaron!) para ayudar al joven. Este gesto precipita el final de la película.
Million Dollar Baby: Clint
desea y provoca la muerte de la joven para terminar su sufrimiento, cerrar la historia y que aparezcan ya los créditos.
Dios: Ahí le das dado. Te perdono el nombre judío.
Aaron: Gracias, jefe.
Dios: Ha estado feo llamar Dios a Eastwood.
Aaron: Sí, todo el mundo sabe que Brad Pitt es Dios.
Próxima crítica: El hombre tranquilo, de John Ford.