jueves, 24 de febrero de 2011

Spartacus (Steven S. DeKnight)


Es genial: mi blog tiene la virtud de atraer a lo peor de la sociedad. Gracias por colapsarme el blog a comentarios. Tras reiteradas visitas al baño me he quedado seco, sin cosecha. ¡Os amo, chusma!

En fin, hoy hablaremos (nótese el plural: es un síntoma del narcisismo extremo que me devora) de Spartacus. Los puristas dirán que es una serie y que, como serie, no tiene cabida en este blog de CINE. Yo a esos últimos les digo:

- Es bonito resquebrajar la rutina como el himen de una niña de doce años de hoy en día.

(Desde aquí puedo oír el prepucio de los serieadictos bombeando salvajemente sangre a 7 hectómetros por segundo)

A lo que íbamos:

Spartacus, de Steven S. DeKnight, habla de, claro, Espartaco, aquel gladiador tracio que desafió a Roma. ¡Pero no os engañéis, oh, vil pueblo analfabeto! Porque esta serie no es como la película de Stanley Kubrick, ni mucho menos. Aquí hay más sangre, más vísceras, más sexo explícito (¡visca!) y más lenguaje soez que en la viejuna de Kirk Douglas.

Sí, amiguitos, Spartacus es un espectáculo de luz y color.

Pero...

¿Habéis visto Espartaco, entonces?
¿Y 300?
¿Y, digamos, La Guerra de las Galaxias Episodio I?

Mezcladlo todo y tendréis este subproducto: Spartacus.

Podéis verlo con personas con afecciones del corazón, mujeres embarazadas y con niños menores de 13 años. Seguro que se ríen mucho. Yo no me reí.

Es una serie intelectualmente pobre: los diálogos están redactados por un niño de primaria; ninguna frase es memorable.

El gladiador, cada vez que entra en la arena, introduce la polla en la boca de la bestia y ora para acabar con ella antes de que cierre su mandíbula”.

O...

Todo se reduce a un par de tetas y a un coño prieto”.

Ridículo.

Sí, la serie va de gladiadores, con toda la violencia extrema que ello implica, pero eso no es óbice para olvidarse de que un guión bueno, interesante, elaborado, inteligente... engancha al público. Porque, digámoslo ya: aunque es gracioso ver como un tracio degolla cara a los senadores a un desgraciado cualquiera, repetir la escena tres, cuatro, cinco veces, no tiene sentido. La violencia que somos capaces de asumir gozosamente, riéndonos, asombrándonos, es limitada. Y Spartacus ya ha cubierto ese cupo en sus dos primeros capítulos.

Ocurre igual con el sexo. No me importa que las mujeres sean auténticas obras de arte (pinchad aquí: Erin Cummings. Os lo imploro): a mi me cansa ver cinco polvos, una mamada y unos dedos en dos capítulos. Sí, lo he contado.

Así que, si queréis distraeros y alimentar vuestra mente enferma, esta es vuestra serie. Si por el contrario buscáis algo digno o que os enriquezca, apagad la TV y venid a buscarme. 

PD: ¡No hay ni una sola mención a bragas en el post, ojo!


        Veréis la serie sólo por esto.
 

viernes, 18 de febrero de 2011

El Método Grönholm (Marcelo Piñeyro)


El método Gronholm, la típica peli que todos han visto.

GuilleWhite: 'Sí, tío, es cojonuda'.
JEP: '¿Que no la has visto? ¡Eres un paria!'
Pentesilea: 'Me parece superinteresante la confrontación que hay entre los postulantes al empleo. Detalla al extremo las miserias humanas, las debilidades, la ambición desmedida'.
Galleta: 'Hay un polvo en un baño, ¿no?'

Bien, vale. Ya veo que la habeis visto, que no os dormisteis. Cojonudo.

Aunque a mi el comportamiento de los personajes me importa un huevo. Todo eso ya lo hemos visto en cientos de películas, así que, ¿dónde está la novedad? ¿por qué os excitáis todos como monos? ¿es por el nombre, Grönholm, que os parece exótico y os hace imaginaros a una sueca rubia y de ojos azules? Entonces, ¿qué coño es?

Pues, en parte, porque el director y dos de los actores son argentinos. Esa procedencia, que en cualquier otro caso supondría una lacra sin solución y motivo de gaseamiento, en el mundo del cine es una garantía.

Sin embargo, el solomillo de la película no está en ese detalle, sino en otro. Y yo os diré en cual, vulgo. El puntazo es la acojonante escena en el que cada uno de los trajeados tiene que decir qué aportaría a una microsociedad de 5 hombres y 2 mujeres enterrada en un búnker tras una catástrofe nuclear que extendió el apocalipsis por los cuatro puntos cardinales. Sí, ESA ES LA ESCENA, amiguitos. ¿Aún no sabéis donde apunto? Madredelamorhermoso...

Yo os lo diré, chusma. Os recordaré ese instante catártico, donde los postulados de la sociedad moderna se diluyen en una frase tan simple como 'yo seré la madre de vuestros hijos'.

¡Oh, mujer, que has luchado por salir de la cocina para bajar braguetas en oficinas, ¿a esto has llegado?! Siete palabras puestas en boca de Najwa Nimri, una fémina hecha a sí misma, independiente, con un puesto de dirección en su empresa, sin más compromisos que su felicidad... siete palabras que llegan como un tsunami arrollador a nuestros oídos para hacernos palidecer de sorpresa, primero, y miedo, después. ¿Toda esta vuestra lucha secular ha sido inútil? ¿hemos tenido que tragar tanto discursito y tanta verborrea para no haber cambiado en nada la esencia de la mujer? ¿en qué punto falló la maquinaria que apilaba uno a uno los cascotes de esta nueva sociedad? ¿cuando se trabó el engranaje que nos transportaba al progreso? Yo me pregunto todo eso, joder, al escuchar 'yo seré la madre de vuestros hijos'.

¿La mujer no ha interiorizado nada de lo que pretende hacernos interiorizar a los hombres? Es decir, en una situación de vida o muerte (estar fuera o dentro de un búnker rodeado de radioactividad), ¿la mujer olvida que ya no es una mera procreadora? ¿es, pues, todo una pose; una forma de sentiros vivas; una campaña de venganza que es un fin en sí misma?

Ella, la rubia ejecutiva, tan orgullosa y a la vez haciendo gala del victimismo más rancio cuando habla con la secretaria: 'sí, siempre es lo mismo, nosotras lo tenemos más difícil para encontrar trabajo, el machismo de toda la vida, oye'.

¿Y luego me vienes con que te limitarás a ser el vientre que acunará a un vástago? ¿Tengo que tomarte en serio? ¿o asiento seriamente con la cabeza, cómplice, mientras pienso en cómo te voy a bajar las bragas?

Lo acojonante, lo más, que dirían aquí en Madrid, es que ella no se contenta con decirlo (que bien podría ser una estrategia de distracción del macho alpha y engendrador)... no, ella luego cede a sus instintos maternales, cede al potencial embarazo, al amamantar a una retahíla de criaturas, al biberón, al desvelarse cada noche, a los pañales, la guardería y quien sabe qué mil terrores más. ¡Al final sale de la entrevista porque quiere ser madre!

Y, para los que habéis aguantado leyendo hasta aquí, un consejito: dejaos de Nolan: esto sí es un personaje dentro de un personaje que podría no ser un personaje dentro de un no personaje.

Empezad a lanzarme besos, chicas.


Hazme madre, mi revolución era una farsa.

lunes, 14 de febrero de 2011

Hacia rutas salvajes (Sean Penn)


Es extraño cuando empiezas a escribir una crítica sin saber qué cojones vas a criticar. Ahora mismo yo estoy así: sin película que criticar, sin demasiadas ganas de criticar, sin calzoncillos.

Las becarias están tendidas a mis pies, solícitas como siempre.

Aarón: A ver, decidme una película que os guste, rápido.
Jenny: Torrente.
Jessy: Fuga de cerebros.
Aarón: ¿Pelis españolas? ¿qué broma es esta? Tenéis un gusto de mierda.
Las dos lolitas me miran fijamente. Yo no sé que decir: puede que en realidad sí sean inteligentes. Me planteo despedirlas.

Vuelvo a centrarme en el ordenador. Imagino que cada letra que aparece en la pantalla es un ser humano diminuto que se retuerce para formar una O, una P. Etcétera. Y todavía no me he fumado un canuto: me doy miedo.

Vale, ya. Creo que voy a hablar de Hacia rutas salvajes. De Into the wild, para los pedantes. La he visto varias veces. Cuando estoy tenso, preocupado, triste o perdido, saco dos horas de donde sea para ver esta película. Me reconcilia con el mundo, pero sobre todo me reconcilia conmigo mismo.

Hacia rutas salvajes es la historia de real de Christopher McCandless, alias Alexander Supertramp, un joven que, tras terminar la universidad, renunció a un futuro prometedor, se lió el petate, donó todos sus ahorros (24.000 dólares) a la caridad, y salió a dar una vuelta por Estados Unidos que duró dos años y terminó con su muerte, a los 24 años y solo, en Alaska. Amaba la naturaleza, odiaba la hipocresía humana, su materialismo, y fue consecuente con todo ello hasta el final. Y lo vemos en la TV. Acojonante.

Emile Hirsch representa a Chris, el protagonista. Hirsch es joven, de la quinta de 1985, y entiende el guión, entiende la película. ¡Entiende a Chris! Porque aunque cualquiera puede sentirse atraído por una personalidad como la del joven nómada, no todo el mundo es capaz de ponerse en su piel, de comulgar con su visión del mundo y de la realidad más cercana, con su día a día. Pero Hirsch va más allá, y durante los meses de rodaje se transmuta en Chris. ¡Hirsch es Chris! ¿Veis el puto descubrimiento? ¿y mi puto mensaje? Toda la juventud, la juventud sana, se entiende, tiene algo de Christopher McCandless dentro de sí: más o menos oculto, acallado, silenciado, pero ahí está, inevitablemente.

Por eso la hazaña de Chris, el romper con todo, con un par de cojones que ya quisiera Berlusconi, te da paz.

El atrezzo que acompaña a la gesta también facilita la conexión: la banda sonora es espectacular (Globo de Oro en 2008 a la mejor canción original y candidato a la mejor banda sonora); los paisajes son exquisitos (de Arizona, de Dakota del Sur, de Alaska), relajantes, semi-despoblados, paradisíacos, casi.

De fondo, la voz en off de Jena Malone, la hermana de Chris, en una especie de confesión lanzada al aire y que nos llega através de miles de kilómetros para sosegarnos, para explicarnos que su hermano no está loco, que sólo es un extremista, un sentimental, un romántico perdido en un mundo de ordenadores y telefonía móvil, y que la fragilidad del cristal no indica debilidad sino calidad.

Y, como Jena, cito a Thoreau a través de una frase memorable de El club de los poetas muertos:

Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente; enfrentar solo los hechos de la vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar. Quise vivir profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida...para no darme cuenta, en el momento de morir, que no había vivido”.

Que tengais un buen día, mortales.



             Fundiéndose con la naturaleza

viernes, 4 de febrero de 2011

Troya ( Wolfgang Petersen)


En Cine Imperfecto tiramos la casa por la ventana y abrimos con otra entrevista. Esta vez hemos obligado a venir a nuestra redacción a Brad Pitt, para que hable de Troya. Llegará en unos minutos. En el ambiente se respira tensión sexual. Las becarias están intranquilas, como ciervos antes de una tormenta colosal. En un rincón, yacen amontonadas en desorden varias braguitas de Pucca. Dentro de unos segundos me haré con ese tesoro y lo ordenaré por dueñas: me gusta separar los sabores. Después, las venderé a buen precio a Galleta de Mantequilla. ¿Cómo creéis que mantengo este chiringuito? ¡Gracias a una pequeña colección de perturbados!

Brad Pitt ha entrado. Haciendo el molinillo para sacudirse a las hordas de becarias que se le lanzan encima, se me acerca, todo sonrisas. Gracias a Yaveh, ha dejado a sus hijos Benetton en casa. Para eso está su mujer.

Aarón: Gracias por venir, Brad. Mis niñas te esperaban ver con el pecho descubierto, disfrazado de Aquiles. Pero así está mejor.
Brad: Con ellas hablaré luego. Me debo a mis fans. Descuida, no las cansaré demasiado.
Aarón: ¿Porqué accediste a hacer de Aquiles?
Brad: A las mujeres les gustan los héroes, los tipos con ínfulas, aunque sólo sea porque tocan la puta guitarra en el garaje de casa de su mamá. Les gustan los maricones, qué le vamos a hacer.
Aarón: ¿Aquiles maricón? ¿de qué me hablas?
Brad: Sí, hombre, claro que lo es. Mira, se tiñe el pelo de rubio, marca musculitos como cualquier gilipollas de gimnasio, se depila... Si eso no es ser un soplanucas, ya me dirás qué es.
Aarón: Tu teoría me gusta. Eres un intelectual, Brad. Estás removiendo los cimientos de la historia.
Brad: Y te diré más. ¡Aquiles siempre va con un sable en la mano!
Aarón: Coño, muy cierto. Entonces, ¿te incomodó el papel?
Brad: Mucho. Además, la peli fue inmunda. Un auténtico despojo. ¿Porqué el idiota de Wolfgang Petersen metió en el reparto a Orlando Bloom? ¡A ese niño emasculado!
Aarón: No te quejes, que disfrutaste de la compañía de Diane Kruger. Nosotros soltamos la gotita de superglue desde el sofá de casa.
Brad: Eres un cabrón enfermizo, A.
Aarón: Shhh, no se lo digas a nadie. A ver, al tajo: ¿crees que Eric Bana pudo eclipsarte?
Brad: No, nuestros personajes apuntan a targets diferentes. Aquiles sólo puede seducir a las jovencitas púberes con el pavo subido: forrarán con mi póster su pared y gorjearán en mitad de la noche, tumbadas en su cama sin pijama.
Aarón: Mmmm... Grrr... ¿Y cual es el target de Bana?
Brad: Las mujeres sensatas, las que gustan de hombres de pro, de pelo en pecho, vikingos, en definitiva. Les gusta lo verdadero, lo honrado, lo humilde. Y ahí está Bana para complacerlas.
Aarón: Algo no me cuadra. Diane no se fue con ninguno de los dos, se fue con 'Eunuco Bloom'.
Brad: Sí, no me lo explico, es un puto milagro. Debe de ser uno de los tres secretos de Fátima, o algo así.
Aarón: En fin, tengo que terminar esto. Estimado público, alquilar Troya, no la descarguéis. Os gustará a todos y todas: es una peli de guerra con tíos buenos. (Movimientos bajo la mesa) Gracias, Brad, con 100 euros la vida es más fácil. (¿Pensabais que estábamos haciendo manitas, desequilibrados? Pues no.)


Nota a Troya:
a) sin Orlando Bloom: 8
b) con Orlando Bloom: 2


Sin comentarios.

martes, 1 de febrero de 2011

Resacón en Las Vegas (Todd Phillips)


Si alguna vez me caso, quiero dos cosas:

  1. Una mujer decente, civilizada. Es decir, judía.
  2. Que un amigo con Visa Platino financie una despedida de soltero en Las Vegas.

¡No pido más!

Estas dos ocurrencias son las únicas que he tenido después de ver por (aquí el autotexto de Office me alarga la palabra por a pornográfico. Acojonante) segunda vez Resacón en Las Vegas.

El ballenato que veis a mi lado quienes sintonizáis Cine Imperfecto TV es Zach Galifianakis. Hoy le haremos una entrevista en directo.

Aarón: Buenas noches, Zach. ¿Has traído el Rohypnol? Nos espera una buena noche de fiesta.
Zach: Tengo aquí 12 pastillitas, como pediste. Vamos a sembrar el pánico entre los papás de las adolescentes, ¡jijiji!
Aarón: Bien, ya hemos terminado. Podemos irnos.
Zach: ¡Yo he venido aquí a hablar de mi película! Salir contigo de fiesta sólo es un precio que tengo que pagar, idiota.
Aarón: Bueno, entonces, ¿qué escena es la que más te gustó rodar de Resacón en Las Vegas?
Zach: En la que estoy desayunando en la cafetería con el bebé, Carlos. Es gloriosa.
Aarón: Eres un enfermo, Z. ¿Te puedo recomendar al psicólogo argentino de un amigo?
Guillermo: A mi no me metas en esto, gañán. Bastante tuve con lo que tuve.
Zach: Hola, William. ¿Se puede saber qué te pasó?
Guillermo: Podéis ocultar mi apellido, ¿verdad? Bien, en ese caso lo cuento: fui al psicólogo, un argentino. Al final resultó ser un hipnotizador, y cuando me desperté estaba desnudo.
Aarón: Desgarrador.
Guillermo: Ehmmm... sí, algo así.
Zach: Vale, gracias, William Brown, ¿podemos seguir hablando de mi?
Aarón: Ok. ¿Porqué deberíamos ver RLV?
Zach: Porque habla de una fiesta que jamás viviréis, losers. Ni la oleréis.
Aarón: ¿Y qué se siente al ver a un chino desnudo?
Zach: Gozo.
Aarón: Dicen que el puñetazo que te da Tyson no estaba en el guión. Cuéntanos.
Zach: No, no lo estaba. Me lo dio porque durante el rodaje le levanté a una morena.
Aarón: Mis becarias dicen que eres el nuevo icono ubersexual.
Jenny y Jessy, agazapadas bajo la mesa: ¡Jijijiji!
Aarón: ¿Porqué llevas bolso en la película? ¿fue duro?
Zach: ¡Que no es un bolso, joder! Se llama cartera. Y no fue una exigencia del guión.
Aarón: Es una mariconada. ¿Qué llevas ahí?
Zach: Mi barba postiza, maría, dinero, unas braguitas de encaje. Lo normal.
Aarón: ¿Te acojonó actuar junto a un tigre?
Zach: No, porque no es de verdad. Son efectos especiales. Como Heather Graham. Sale tremenda.
Aarón: Tío, que tiene ya 40 palos. Es una vieja, con las tetas caídas como odres de vino.
Zach: Eso será para tí, pervertido. Yo me largo de aquí, Aarón. Tus preguntas son una puta mierda. Niños, ved Resacón en Las Vegas. Niñas, llamad a papá Zach.

Pues eso, haced caso a Zach. Ved Resacón en Las Vegas. Es acojonante.

Digámoslo ya: esto es un jodido bolso.