¿Ganó algún Óscar? ¿algún otro tipo de premio? No tengo ni idea. Aquí escribo sin documentarme: soy muy rebelde (sin causa, así las adolescentes me adoran).
Gangs of New York, desde ahora GNY, es una película que se deja ver. Aunque el libro es muy superior, esta adaptación consigue ser visual a golpe de talonario: Leonardo Di Caprio, Liam Neeson, Cameron Díaz y el todopoderoso Daniel Day-Lewis. También algún que otro idiota como personaje secundario (el irlandés peleón y traidor, el policía gordinflón de Magnolia, el barbero brutal...)
¡Cameron Díaz, sé que nos estás leyendo: enséñanos las peras!
Desde aquí puedo oler tus muslos...
GNY es una historia pobre, aunque transcurre en los bajos fondos de Manhattan y eso debería facilitar las cosas por el morbo de los espectadores hacia lo brutal y sanguinario. Se nos cuenta la historia de un niño que queda huérfano porque un líder de banda mata a su padre, otro líder. 16 años después, el niño vuelve al barrio y quiere vengarse, lo de siempre: violencia, una mujer bonita pero cercana al malo, amigos de la infancia, cosas que suceden fuera del micromundo que es el barrio pero que acaban afectando al barrio... Lo distinto, y lo genial, es que Martin Scorsese consigue esclavizar al espectador a una película vertiginosa y que ahoga: Cameron Díaz, aunque actúe pésimamente, es más magnética de lo que creíamos.
Di Caprio me genera reservas en su papel de nuevo pandillero; sobre todo cuando no mira a los ojos al hablar. Le falta ego, orgullo. Y Daniel Day-Lewis, a pesar de representar al tirano, me cae bien. Vive tanto el papel, lo asume tan profundamente que lo comprendo, y llego a justificar su lema: 'Eso es lo que mantiene el orden de las cosas: el miedo'.
No convence, sin embargo, que tras tantas peleas y riñas, ninguno de los protagonistas luzca una cicatriz que deforme de alguna manera su cara. Vale, Scorsese, has pagado millones por caras bonitas, agradables, pero hombre, que todos los cortes sean en el pecho o en el abdomen, no cuela. ¡En el frenesí de un cuerpo a cuerpo algún navajazo o hachazo roza una jeta seguro!
Además, el negro me sobra. Ahora en todas las pelis hay negros. ¡Coño, hasta en Gladiator hay un negro! Que algunos dirigentes del Norte quisieran la emancipación de los negros no significa que la chusma los aceptase. Mucho menos que los tratase como a iguales, integrándolos en su banda, negocio o donde fuera. Así que, ¡fuera negros, please! Los negros del S. XIX norteamericano al algodonal.
Por último, podemos encontrar una estampa moderna en un ambiente sórdido y de hace 150 años: mujeres en jaulas que cuelgan del techo, encerradas como animales para provocar el empalme del político de turno. ¿Estamos locos, joder? ¿De qué va esto, Scorsese? ¡Sólo te falta, como atrezzo, un expositor lleno de afilados dildos de caucho sintético saltando alegremente al son de un violín!
Vamos, un poco de seriedad, Martin, que pareces un novato: distráenos con un producto de calidad.