lunes, 29 de noviembre de 2010

El Padrino I (Francis Ford Coppola)

He estado una semana guardando silencio. Purgando mis pecados, mis equivocaciones de juventud: ¿porqué no vi El Padrino hace años, cuando descubrí que el cine es más que una excusa para meter mano en la oscuridad a la rubita que te acompaña?

Sí, hermanos, confieso que hace poco cierta persona me recomendó -como tantas otras- la película, y le hice caso. ¡Bendito el momento! Porqué me encantó, y la he adoptado como nueva religión. Sé que mi pasada obstinación hará que mi penitencia sea dura, pero la acepto como un converso acepta peregrinar a La Meca o rezar cinco novenas.

El Padrino es un filme para no olvidar. Ahora TODOS lo sabemos. Marlon Brando borda el papel; esa mirada caída, los carrillos hinchados con algodón, la calvície, el traje... han CREADO la imagen de la figura del padrino. Tras visionar la película, ¿quien no asocia el aspecto de un padrino a la estampa de Don Vito Corleone? El resto de personajes quedan eclipsados por Brando, que se constituye como el Sol alrededor del cual giran los demás satélites.

Podría decirse que El Padrino ha penetrado en el imaginario popular con una colección de modelos y poses como la ya mentada, pero, claro, no todo es imagen aquí: la simbología también tiene su cabida.

Los muy observadores, o los muy expertos (léase frikis), saben que a lo largo de los 175 minutos aparecen naranjas en varias escenas. Bien, resulta que las naranjas preconizan la Muerte de alguien cercano a ellas. No sé qué problema tenía Coppola con las naranjas, o si simplemente se trataba de un fetiche, pero es curioso cuanto menos y, como recién convertido a la padrinofilia quería compartirlo.

Por último, me veo en la obligación de recordar dos frases memorables, ambas de Don Vito, a saber:

"Bonasera, Bonasera, ¿qué he hecho para que me trates con tan poco respeto? Si hubieras mantenido mi amistad, los que maltrataron a tu hija lo habrían pagado con creces. Porque cuando uno de mis amigos se crea enemigos, yo los convierto en mis enemigos. Y a ese le temen".

y

"¿Vives con tu familia? Bien, porque un hombre que no vive con su familia no puede ser un hombre.


Don Vito, escuchando mi confesión y mi juramento de lealtad eterna

viernes, 19 de noviembre de 2010

Amélie (Jean-Pierre Jeunet)


Hoy, queridos amiguitos, voy a hablar de Amélie, esa película que todos hemos visto y que nos ha entusiasmado. El film que nos ha hecho sentir niños de nuevo, que nos ha invitado a bailar en la calle, a ayudar al prójimo y a empapelar nuestras paredes con Hello Kitties. Amélie ha inundado de acciones poéticas nuestra vida, ¡nos ha conmovido!, y nosotros le estamos agradecidos por ello. Tenemos una deuda con Audrey Tautou, la jovencita que imaginaba orgasmos ajenos y enamoraba a desconocidos idiotas.

Sí, amiguitos, le debemos mucho a Amélie.

Por favor... ¿creíais que iba en serio? ¿con un aborto como Amelie, donde lo único que se nos enseña es a tener pájaros en la cabeza y a trabajar en empleos como repartidor de comida?

¡Jajajaja! Debéis estar peor que yo.

Amélie es, digamoslo ya, basura. Podredumbre. Escoria.

Amélie, la niña que ya no quería ser una perdedora, despliega ante nosotros un teatro anímico de lo más inquietante, repleto de fantasías y chorraditas que como poco nos harían llamar corriendo al sanatorio más próximo para que le pusieran una camisa de fuerza.

Porque, y aquí viene la revelación, Amélie es una demente. Nadie en su sano juicio valoraría tan positivamente su vida por acariciar legumbres, ver la cara de la gente en el cine o romper con una cucharita el azúcar que recubre una crema catalana.

Crema catalana es lo que necesita esta niña. Pero ya. ¿Alguien dispuesto?

Yo, sobra decirlo, no me creo nada de lo que ocurre en los 122 minutos de película. Es dadaísmo en estado puro. La locura de una chica que recorre su barrio, el Montmartre y la Basílica del Sagrado Corazón de París. Hechos paranormales travestidos de inocencia y divertimento. ¿Quien da más?

En resumidas cuentas, Amélie es como para mear y no echar gota, pero no te aburre: a la película hay que reconocerle que entretiene. Pero yo busco algo más: que me excite.

Todos vemos ositos de peluche en las nubes

martes, 16 de noviembre de 2010

Origen (Christopher Nolan)

Memento, Origen, Insomnia, El caballero oscuro, El truco final... todas ellas de Christopher Nolan.

Yo, cuando pienso en Nolan, pienso en LSD.

Porque así hace sus películas este tipo: enchufado. Se crea un maldito mundo paralelo y nos lo vomita con una cara conocida en el cartel. Es su mejor forma para optimizar los 30 euros de la pegatina. Hoy, gracias a mis atrevidas gestiones en las alturas de la meca del cine, lo tenemos con nosotros para hablar de Origen.

Aarón: Hola Chris. Puedo llamarte Chris?
Chris: Llámame como quieras. Voy hasta arriba.
Aarón: En este blog tenemos por norma la contención: no hablamos de drogas. Bien, a lo que íbamos. ¿Podrías jurar, hoy y ahora, que no vas a rodar más películas?
Chris: ¿Qué pasa contigo, brother? ¿no te ha gustado Origen? La crítica mundial me ama por ese film.
Aarón: Es un despojo, admítelo. Te estás riendo de nosotros.
Chris: ¡Jajajaja! Pues claro, hombre. Pero hay tanta pasta en juego... Mira, mira qué cochazo me espera en la puerta de tu cochambroso estudio de 300 m². No sé qué hago aquí, la verdad. ¿Tienes LSD?
Aarón: Y dale. Modérate o llamo a mi nubio. En fin, se dice que Origen es un experimento sociológico. Que lo has montado con la Milá y que estudias las reacciones de la gente en las salas de cine.
Chris: Es cierto. También me estoy forrando con eso. Te diré un secreto: la peli no tiene sentido, no lo busques. Me gusta terminar mis pelis con un final abierto, para que los imbéciles y los críticos le den vueltas y hablen en foros de internet sobre las posibilidades de ese final.
Aarón: Y mientras tanto, tu te descojonas de ellos en tu mansión.
Chris: ¡No te imaginas cuanto! Pobres esnobs, pedantillos de mierda. Oye, ¿prefieres Batman o Superman?
Aarón: Yo soy más de Batman. Me van los antifaces.
Chris: Hablo de las pegatinas, man.
Aarón, a grito pelado: Kuntakinte, encárgate de este cabrón. Se ríe de nosotros y encima hace apología de las drogas. ¡Enséñale lo que es bueno! No, eso no, hombre: apalízale.


Amigos, el problema con las pelis de Christoper Nolan, y con Origen en concreto, es que nosotros (en realidad, vosotros) no vais hasta las trancas al cine, y no entendéis una mierda de la película. No entráis en la trama, y si lo hacéis, os perdéis por el camino como Di Caprio. Y es normal. Todo es un laberinto creado por el gran demiurgo Nolan con un poquito de Sombrerero Loco deshaciéndose en la lengua (mmmm... os lo recomiendo, niños, haced caso a papá Aarón).


La peoncita que te deja con la intriga si eres un freak



A ver, gañanes y Mahmud, aclaro que Sombrerero Loco es una pegatina de LSD con el dibujito del personaje de Lewis Carroll.

lunes, 8 de noviembre de 2010

V de Vendetta (James McTeigue)

Cualquier buen friki del cómic sabe que su Templo es La perra cómics, en la ciudad condal. Y hasta allí me desplacé con dos lolitas (ahora las llaman becarias) para entrevistar al dueño, un extraño personaje de nombre impronunciable y hábitos inconfesables. Nos pide que le llamemos Equis porque no llega a V. Cosas suyas.

Aarón: Buenos días, Equis. Gracias por concedernos una entrevista acerca de V de Vendetta.
Equis: Shhh, calla. El Agente S-5 de Noburu Kawasaki me ronda. Pasemos a la trastienda.
Lolita 1: Eh, ni se te ocurra pensar que...


Pero Equis la calla con su mirada de obseso del manga y todos obedecemos. Su paranoia nos intimida.

Entrar en la trastienda es viajar a un mundo de fantasía y frikismo. Dentro de urnas de cristal se pueden ver cómics de los años 50. Algunos disfraces de super héroes reposan desmayados sobre mesas de caoba de dudoso origen. Las estanterías acumulan las obras maestras de este insalvable e irredento mundo del cómic. En la papelera encuentro un ejemplar de El Quijote medio carbonizado y con signos cabalísticos en la cubierta de piel. El lugar me pone la piel de gallina, pero Equis está cómodo y él pone las normas. Las lolitas empiezan a disfrazarse de guerreras del antifaz y yo no sé donde esconderme. La entrevista tiene que empezar.

Aarón: ¿Qué te ha parecido la película V de Vendetta, de James McTeigue?
Equis: Es un insulto, no hay derecho. Miles de fans del auténtico V estamos desolados.
Aarón: Sin embargo, la crítica la ha elevado al olimpo del Cine, incluyéndola en su Hall of Fame.
Equis: Los críticos son unos payasos. Unos entendidos de la nada. El film es una perversión de la auténtica historia que narra el cómic de Alan Moore. V es un anarquista, no un vulgar saltimbanqui con máscara.
Aarón: Al menos Natalie Portman te ha dado una alegría...
Equis: ¿Estamos locos? ¡Esa actriz no tiene alma! Sus lágrimas son menos creíbles que las que se han dibujado en el papel del cómic. ¿Y su desconfianza hacia V? ¡Absurda! ¿Quien no confía en un enmascarado? Yo a veces me disfrazo en casa y me hago fotos; las cuelgo en internet y gustan a todos mis ciberamigos. 'Eso' es lo normal.
Aarón: Para el carro. Aquí la entrevista la dirijo yo. Y digo que V de Vendetta es la obra de un dios.
Equis, furibundo: ¡Apóstata de la Verdad! ¡Sal inmediatamente de este sagrado lugar! ¡Y no toques nada, estas joyas deben durar mil años!
Aarón, lógicamente acojonado: Bien, ya me voy. Jenny, Jessy, andando.
Equis, amenazante, blandiendo una espada láser del Imperio Contraataca: Ellas se quedan.


Cabizbajo, con media entrevista flotando en el irrespirable aire del trastero, atravieso el espacio que ocupa la tienda y me dirijo a la salida. De fondo escucho las risas despreocupadas de las niñas, mientras las graves e histéricas carcajadas de Equis rebotan entre las revistas y los ejemplares únicos. Irritado, antes de salir rompo una estatuilla de La Masa.

V me aplaudiría.

Amad la Anarquía, niños.

martes, 2 de noviembre de 2010

Ciudad de ladrones (Ben Affleck)

Imagínate una historia de lo menos original: robos de bancos, de furgones blindados, un secuestro de 10 minutos y un incomprensible síndrome de Estocolmo, persecuciones y tiroteos, y muchos casquillos cayendo al suelo y rodando por las estrechas callejuelas del núcleo histórico de una ciudad cualquiera... etc etc etc. Un poco lo de siempre, ¿no? Pero pones un par de caras conocidas y la película deja de ser típica para ser 'acojonante' (sic).

En realidad lo peor no es que durante 125 minutos no te lleves ninguna sorpresa. No. Con películas así ya deberíamos asumir su previsibilidad. Lo triste, lo decepcionante, es que, lo que parecía un trabajo serio, termina convirtiéndose en una bufonada, en una pantomima con un baile de máscaras de aliens y monjas zombies. La profesionalidad de los trabajos de los protagonistas decrece en cada golpe que dan y con cada careta que se ponen. El espectador termina, inevitablemente, fijándose más en la máscara (esa 'pintura de guerra' con la que todo macho ibérico se ha imaginado alguna vez) y en el tac-tac-tac de unas armas de asalto que resultan cada vez menos tímidas a medida que se acerca el fin del filme.

Y poco más, amigos. Si sólo queréis ver algo entretenido, pagad por ver The Town. Si además queréis disfrutar de algo bueno, buscaros otra película.

Palabra de Aarón.


  Jeremy Renner: Como yo siempre digo, “homo homini lupus”
  Ben Affleck: Eso no justifica tu predilección por las niñitas