lunes, 27 de septiembre de 2010

El sueño de Valentín (Alejandro Agresti)

Si se pudiera salvar algo de la ola de destrucción generalizada a la que sometería a Argentina, eso serían sus películas. Sobretodo El Sueño de Valentín.

El filme lo dieron el otro día por la televisión, en un canal autonómico. Sin anuncios que pudieran interrumpir una historia tan dramáticamente bella. Porque El sueño de Valentín es, sobre todo, la historia agónica de un niño típicamente argentino: es decir, la de un crío de ocho años que piensa como un adulto y sufre como tal; que emplea palabras robadas de novelas de García Márquez o Vargas Llosa; que sabe cuando le mienten sus mayores y que se enamora platónicamente de la preciosa rubia de acento porteño que sale con su padre.

Y diréis, seguro (sí, lo diréis): 'Valentín, niñato, mereces ser sodomizado por pedante y argentino'. Y yo, pragmático, os diría 'Sí, tenéis razón, pero antes dejadle hacer unas cuantas películas más'.

Porque Rodrigo Noya, el actorcito que encarna a Valentín, es sublime. A pesar de que es objetivamente un niño feo, el cine está hecho para él, porque él no habla con sus rasgos judíos, sino con su tristeza, su impotencia, sus ilusiones rotas y su camioncito de latón, que arrastra solitario por las vacías calles de su barrio en Buenos Aires.

La película está ambientada en 1969, y Valentín, como todos los niños de su edad en aquella época de carreras espaciales, aspira a ser astronauta. Los escenarios, la banda sonora, las expresiones faciales -todo menos el diálogo, genial- apuntan a que el sueño de pisar la Luna no es sino la respuesta a un vacío existencial en su aquí y ahora, fruto de la suma de una madre que lo abandonó con tres años y un padre canalla que apenas recala en el desvencijado hogar familiar. Porque confeccionarse un traje espacial de papel de aluminio es una forma de huir de un presente que le margina y le anega la infancia con lágrimas enrabietadas.

Si no ha habéis visto aún, corred a buscarla a vuestro videoclub o bajadla de internet. Porque cada uno de sus 86 minutos es una obra maestra. Especialmente en los que aparece Julieta Cardinali, musa de cualquier hombre de pro, a la que habrá que perdonar ser argentina.


Próxima crítica: "Lope"

9 comentarios:

Pedro Max dijo...

Muy buena crítica, has bajado el tono de tus comentarios y eso se agradece. Supongo que volverás a destripar otra película, pero bueno, vas poco a poco. De todas formas, ¿para cuándo una película de Clint Eastwood?

Max

Natxo dijo...

habrá que verla

galleta de mantequilla dijo...

Cuenta con mis 86 minutos de inversión cinéfila.

V dijo...

Uff, tiene pinta de peli aburrida y lenta, pero si hago el esfuerzo de verla, prometo intentar descubrir todos y cada uno de los mensajes que de manera más o menos explícita aparecen en el film.

P.D. A riesgo de parecer simplista, me quedo con esta frase:

'Valentín, niñato, mereces ser sodomizado por pedante y argentino'.

Jajajajja! Brutal

Sergio F dijo...

Como el actorcito que encarna a Valentín, la crítica es sublime.

La explicación parece un dibujo.

Aquellos adjetivos convertidos en frases geniales sugieren que los leas una vez tras otra sencillamente por placer. El uso del resto de adjetivos es tan preciso que parecen haber estado siempre ahí.

Sin embargo, ante una crítica así, esos 86 minutos seguro que me saben a poco.

Anónimo dijo...

La veré por varias razones, pero especialmente por argentina. Es para mi casi una garantia de calidad. Que todo aquello que detestas n ellos también te hace amar su cine. Por la labia, la sinvergonzoneria, el genio creativo... Todo aquello que seduce por partes iguales a mujeres y a cinéfilos es inseparable.
Si, aaron, de vez en cuando te levantarán un ligue, pero lo compensan con creces y lo sabes ;)

Anónimo dijo...

No suelo ver cine latinoamericano porque normalmente es muy cargante. Me imagino al Niño -adulto Valentín como a Valdano describiendo un gol.
Da cierto repelús. Me gustan más tus blogs ácidos, pero tendré que ver esta película para poder darte un palo como los que tú das habitualmente.

Un abrazo, yyyyyy ¿Para cuándo un clásico?

JEP

Alex dijo...

La próxima que caiga, me da, que acabará siendo otro Alatriste de la vida... Un tal Lope, digo.

Anónimo dijo...

Sí, lo reconozco, 3 de 3, la he visto, ha sido inevitable. Pese a que un primer momento me negué rotundamente pq tuve prejuicios por ser película argentina, por el papel de la españolita Carmen Maura y pq pensé que sería un drama de esos que te quitan las ganas de vivir. Pero, tuve curiosidad y la vi. No deja de ser una historia triste, pero el personaje de Valentín es fantástico, simplemente GENIAL. Consigue eclipsar todas las circunstancias dramáticas que los envuelve. Ah, y no he dejado de reir ni un solo instante. Lizzy.