Shalom, señores.
Señoritas, pueden volver a llamarme: su gurú de cabecera ha vuelto,
y ya no tiene la fresca y lozana distracción de sus dos becarias,
antaño siempre prestas a saciar sus apetitos.
Ahora me aburro
en mi despacho y, claro, mato el tiempo escribiendo a falta de
jovencitas. Hoy os hablaré un poco de El caso Slevin.
La
volví a ver el otro día. ¡Qué recuerdos me trajo! Un marica
tiroteado, un negro que recibe un disparo en el pecho, un judío
asfixiado... Al final de la película [OJO, tremendo spoiler]
sólo sobreviven los blancos caucásicos, como tiene que ser.
El
filme de Paul McGuigan no es una oda a la limpieza étnica, aunque
debería serlo.
En
realidad, a lo largo de los eternos 104 minutos de proyección el
director va tejiendo -de la mano de un soberbio Josh Hartnett- un
engaño de proporciones épicas
en el que acaban enredados los dos mayores mafiosos de la ciudad de
Nueva York, Morgan Freeman y Ben Kingsley. Y, digámoslo ya, también
los espectadores, que nos lo creemos todo.
La
película es la adaptación moderna de un estilo que nació con
Ciudadano Kane,
en el que una sola palabra, Rosebud,
hace que nos comamos un filme que de otra manera no tragaríamos.
Aquí la palabra es ataraxia.
Dice
la Wikipedia que ataraxia es
“tranquilidad, serenidad e
imperturbabilidad en relación con el alma, la razón y los
sentimientos.” El clásico español
y castizo “me importa un huevo”.
El
protagonista es un modernillo que sufre ataraxia y que, al llegar a
la ciudad de la Gran Manzana, se ve envuelto en una guerra de mafias
sin que le importe lo más mínimo. Su pose desenfadada, lo bocazas
que es y su imperturbabilidad se justifican con esa palabra:
ataraxia. Sólo teniendo eso en cuenta podemos continuar de la mano
de McGuigan hasta el final, donde todo
nos es revelado.
[Perdón,
¿ha sonado muy Bíblico? Ja.]
Claro,
en El caso Slevin
no hay un Patrick Bateman que resuelva las cosas con hombría; aquí
triunfa el maquiavelismo, la maquinación, la intriga.
¡Christopher Nolan ha sido superado, admitidlo!
Es
una película que os recomiendo, y el plantel de actores es
interesante: los tres ya mencionados junto a Bruce Willis y una
deliciosa Lucy Liu. Ah, las asiáticas...
Racismo. Poner a un chico guapo semidesnudo junto a un negro. |